“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias la mayoría de las cuales nunca sucedieron”.
Montaigne, filósofo francés.
Vivimos en mundo agitado. Con frecuencia anticipamos situaciones negativas que nos llenan de angustia. La primera vez que leí la frase con la que inicio mi reflexión, me impactó mucho.
A partir de ese momento, cuando estoy preocupada por algún problema, hago el ejercicio de mirar hacia atrás y me percato de que muchas expectativas negativas que tenía ante circunstancias difíciles, nunca ocurrieron. Cuánta sabiduría encierra la frase de Séneca, “el hombre que sufre antes de que sea necesario, sufre más de lo necesario”.
La ansiedad, es un estado emocional caracterizado por el miedo continuo, generado por una situación de amenaza. Es un fenómeno complejo que puede ocasionarnos grandes males físicos y emocionales.
Es cierto que en esta vida siempre tendremos motivos de preocupación y temor, pero la actitud con la que abordemos los retos que se nos presenten, hará la diferencia entre una vida más plena y productiva o más infeliz, hasta el punto de enfermarnos.
Es mucho lo que se ha escrito sobre la ansiedad y las preocupaciones, podemos encontrar múltiples herramientas para manejarlas de forma adecuada. Una sencilla y efectiva técnica es la Respiración Diafragmática. Te invito a practicarla ahora mismo, respira como un recién nacido.
- Aspira despacio por la nariz llenando de aire tus pulmones desde el abdomen por 3 segundos.
- Mantén el aire dentro por otros 3.
- Expira el aire por la boca contando hasta 3.
- Repítelo 5-10 a veces y verás los efectos de la relajación.
Incorpóralo a tu rutina diaria y tendrás un excelente instrumento para manejar la ansiedad.
Continuamente envenenamos nuestra mente con la imaginación, llenándonos de pensamientos dañinos. Santa Teresa de Jesús nos hablaba de controlar la “loca de la casa”, la imaginación exaltada que nos lleva a pensar o esperar lo peor. Si no la dominas, jamás podrás gozar de serenidad.
Si tenemos pensamientos de paz, viviremos más tranquilos. Si albergamos sentimientos de temor, viviremos angustiados. Atraemos lo que pensamos. Por ello, otro ejercicio que acompaña nuestro proceso de relajación es asegurar un diálogo interior positivo.
Les exhortamos a practicar pensamientos tales como: soy una persona segura, valiente y capaz de lograr mis metas; estoy en control de las situaciones que se me presentan; me siento feliz y en paz. Evitemos frases que encierren mensajes negativos, tales como nunca me dejaré aplastar por los demás. Nunca y aplastar son palabras negativas que nuestro subconsciente puede ir asimilando.
Escribe tus propias frases y colócalas en lugares donde puedas leerlas con frecuencia hasta que formen parte integral de un nuevo diálogo interior.
Una de mis citas favoritas y que tiene gran poder, es una promesa real para quien cree en El y sigue sus mandatos, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, (fil. 4, 13). Confía y ten la certeza de que todo obra para bien de los que lo aman.