Por segunda vez, Cleveland Clinic ha llevado a feliz término un embarazo en un útero que había sido trasplantado de una donante fallecida.
A principios de 2019, Michelle de 31 años, se sometió a un exitoso trasplante de 14 horas, del útero de una donante fallecida; logrando quedar embarazada a través de la fertilización in vitro a finales de 2019.
Este trasplante y nacimiento forman parte del ensayo clínico en curso “Trasplante Uterino para el Tratamiento de la Infertilidad por Factor Uterino” de Cleveland Clinic.
Con esta técnica, Cleveland Clinic ofrece esperanza a mujeres de todo el mundo que no pueden tener un bebé a causa de la infertilidad por factor uterino. Se estima que 1 de cada 500 mujeres en edad fértil en todo el mundo se ve afectada por esta condición irreversible.
El cirujano de trasplantes de Cleveland Clinic, Cristiano Quintini, MD, es el principal inversionista para el ensayo clínico.
Un equipo de cuidadores estuvo cuatro años preparando a Michelle para convertirla en mamá, quien había nació sin útero propio, una condición conocida como infertilidad por factor uterino (UFI). En marzo, este equipo de investigación, compuesto por especialistas en cirugía de trasplante, obstetricia y ginecología, fertilidad, neonatología, bioética, psiquiatría, enfermería, anestesiología, enfermedades infecciosas, radiología intervencionista, farmacia, defensa del paciente y trabajo social, dio la bienvenida al bebé Cole a través de una cesárea.
En 2015, el cirujano de trasplantes de Cleveland Clinic, Andreas Tzakis, MD, PhD, lideró el primer trasplante de útero en los Estados Unidos, que también fue uno de los primeros en el mundo.
Desde que Cleveland Clinic comenzó el ensayo clínico, el equipo ha completado ocho trasplantes de útero; seis trasplantes tuvieron éxito y dos resultaron en histerectomías poco después del trasplante.
El objetivo es inscribir a diez mujeres entre las edades de 21 y 39 años. A diferencia de similares esfuerzos de investigación de los Estados Unidos, el protocolo de Cleveland Clinic exige que el útero trasplantado provenga de un donante fallecido para eliminar el riesgo para un donante vivo y sano.