“El respeto al derecho ajeno es la paz”. Benito Juárez
La cita con la que inicio mi reflexión es muy conocida y encierra una gran verdad. Es una invitación a vivir este valor que nos preserva de conflictos generando paz y armonía.
El respeto nos lleva a valorar al otro y a aceptar sus derechos, así como reconocer nuestras obligaciones y la de nuestros semejantes. Sin embargo, podemos observar que en la actualidad el irrespeto se ha convertido en una norma de vida para muchas personas.
El respeto, es un valor que debemos trabajar en los primeros años del niño y que deben transmitir y fomentar los padres y autoridades. Necesitamos ver el ejemplo de nuestros líderes y gobernantes. En un hogar o, en general, en una nación donde se adolezca de irrespeto nos encontraremos desprotegidos ante la injusticia y el caos.
Es hora de que hagamos un alto y veamos las muchas caras que presenta la falta de respeto. Es tan común que nos vamos acostumbrando y lo aceptamos como un mal necesario.
Por solo citar algunos ejemplos, vemos como el tiempo, un bien extraordinariamente valioso y que no es posible recuperar, es desperdiciado, basta pensar en cuántas horas hemos hecho esperar a una persona que tenía una cita con nosotros en el trabajo o en el consultorio del médico.
Es algo cotidiano que alguien pase una luz roja; o ser objeto de un robo material o hasta de la vida misma.
Como ciudadanos tenemos el derecho a que nuestros gobernantes respeten las leyes, cumplan lo que han prometido y traten con dignidad a quienes tienen menos recursos.
- Que en su empresa respeten los acuerdos que hicieron con usted en el momento de la contratación.
- Que su cónyuge respete los votos matrimoniales.
- Que el suplidor realice el trabajo con la calidad y el tiempo esperados. Hasta la naturaleza está gimiendo y expresando su descontento por el mucho abuso y falta de respeto.
Que esta realidad no nos llene de desesperanza, más bien que nos mueva a la acción. De vez en cuando escuchamos decir a alguien, de este país hay que mudarse, el último que apague la luz y, entonces, ¿qué le dejaremos a nuestros hijos?
Somos parte del problema e igualmente podemos ser parte de la solución. Para vivir en paz tenemos que respetar a los demás y a nuestro entorno. No es una tarea fácil, una resignación mal entendida puede llevarnos a la desidia y hacernos activos partícipes del no hacer nada.
Tengo plena confianza en ti y en la capacidad del ser humano de hacer el bien y hacer lo mejor. Si cada hombre o mujer es una creación de Dios, tiene que ser posible porque todo lo que Dios hizo es bueno.
Cuento contigo para que hoy, desde donde estés, inicies un proceso de cambio. Podemos comenzar por la casa, cumplir con nuestros deberes y aprender a reclamar respetuosamente nuestros derechos. Que tu voz no se apague nunca, enseñar con el ejemplo y denunciar lo que está mal hecho.