Por Amelia Reyes Mora, CEO de AF Comunicación Estratégica
En pocos meses el mundo cambió, de forma inesperada y sin solicitar nuestro permiso. Aún no sabemos con toda certeza cómo cambiará de forma definitiva nuestras vidas, pero es claro que no volverá a ser igual.
Al momento de escribir esta reflexión, estamos aún en medio del ojo del huracán, pese a los esfuerzos realizados para restablecer la “nueva normalidad”, las autoridades y en particular, el sector salud, todavía siguen aprendiendo sobre esta enfermedad. Buscamos aplanar la curva sin destruir más la economía, con escaso éxito.
En medio de esta gran crisis, la comunicación es protagonista. Existe una tremenda confusión donde una vez más las noticias falsas han desinformado, causando más incertidumbre y ansiedad en la población. Nadie es el dueño de la comunicación, porque la comunicación la construimos todos. En este contexto, un liderazgo centrado, empático, comunicativo y oportuno es esencial.
Esta ansiedad generalizada, proviene de los miedos, de los riesgos desconocidos, y del nocivo trabajo que provocan las teorías conspirativas, que confunden y generan mayor desconfianza. Este es un escenario propicio para que afloren y se maximicen claramente todas las debilidades y fortalezas de los líderes gubernamentales y empresariales.
Como asesora de comunicación, soy fiel creyente del poder de las Relaciones Públicas y de una buena estrategia de comunicación. Nunca habíamos sentido tan profundamente cuán útil y poderosa puede ser la comunicación, o por el contrario cuán dañina y destructiva resulta si la utilizamos para propósitos perniciosos.
Esta es una crisis cuya prioridad es resolver una situación sanitaria y proteger la salud y seguridad de las personas, que tiene un impacto económico cuyo costo es tan elevado, que ha puesto en duda la toma de decisiones coherentes y sanas de gobiernos poderosos alrededor del mundo.
Estamos en un proceso continuo de ensayo y error, que nos está pasando una factura muy costosa, en términos de pérdida de vidas humanas y económicas.
El manejo efectivo de las comunicaciones durante esta gran crisis ha sido deficiente. Las RR. PP. buscan crear credibilidad y confianza mediante la comunicación, el relacionamiento, sin embargo, es evidente que a esta grave situación se ha sumado una gran crisis de RR. PP.
Las personas e instituciones que se suponen deben aclararnos el camino y generarnos la tranquilidad sobre las decisiones que toman, han entrado en una batalla y continuos ataques para desacreditarse entre ellas. Medios de comunicación socavando, con o sin razón, a las autoridades en muchas naciones; gobernantes minando la confianza en las instituciones que suponemos deben orientarnos en temas de salud; ciudadanos posiblemente manipulados por manos poderosas o sencillamente fruto de la frustración y aburrimiento desinformando a la población. Estamos inmersos en un caos real y comunicacional, que afecta nuestra credibilidad en los líderes, la percepción de orden y de un futuro esperanzador.
La infodemia que se creado impulsada por la hiperconexión de las personas alrededor del mundo, el poder de la digitalización de las noticias y el uso, en muchas ocasiones, de forma irresponsable de las redes sociales y la proliferación de noticias falsas ha impactado en extremo a las personas.
Esta grave situación tiene a las empresas y los gobiernos en vilo. A los ciudadanos aterrados o en un estado de negación irresponsable que no les permite asumir el compromiso de protegerse y proteger a los demás.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Imposible resolver un caso tan complejo en unas cuantas líneas, así que empecemos por el principio, el liderazgo en tiempos de pandemia tiene que fortalecer su reputación y asumir un rol proactivo y responsable. Es un compromiso que deben asumir las autoridades, empresarios, medios de comunicación e instituciones en general. Centrarse en trabajar de forma coordinada y cada uno desde su rol, presentar su posición y buscar acuerdos viables para llevar un mensaje unificado y coherente a la población.
Estas circunstancias extraordinarias que vivimos requieren actitudes y acciones extraordinarias de nuestros líderes, en el Estado y de la Empresa. Es un momento para la unidad. Velar por los intereses de la mayoría. Comunicar para educar, no exagerar o minimizar, evitando todo tipo de manipulación.
No es una tarea fácil cuando nos enfrentamos ante un enemigo desconocido. Pero es una oportunidad para destacar el liderazgo efectivo de personas e instituciones, de demostrar una verdadera responsabilidad social por parte de las empresas para fortalecer su reputación.
Asimismo, es una oportunidad para destacar los buenos líderes, en crisis, podemos saber quién es quién en su verdadera proporción. La conducta de los líderes en momentos tan críticos dejará una marca indeleble en la mente de las personas.
Los líderes deben transmitir confianza, esperanza y optimismo liderar con sabiduría y humanidad. Empezar a cambiar la narrativa con mensajes más positivos de control que generen paz.
Numerosos expertos han dicho que la próxima pandemia podría ser de suicidios. Espero que estos pronósticos, lamentablemente bien sustentados en experiencias previa de hechos caóticos sucedidos en el pasado, sean fallidos.
Dios les conceda sabiduría y fortalezca la resiliencia de nuestros líderes para continuar navegando y llevándonos a todos hasta un puerto seguro en medio de esta gran tormenta.